jueves, 10 de abril de 2014

El vertido de petróleo de 2010 sigue causando estragos en el Golfo de México


Una tortuga yace muerta en la Bahía de Barataria (Luisiana, Estados Unidos).
Una tortuga yace muerta en la Bahía de Barataria (Luisiana, Estados Unidos).
FOTOGRAFÍA DE JOEL SARTORE, NATIONAL GEOGRAPHIC
Según un nuevo informe, cuatro años después del mayor vertido de petróleo de la historia de Estados Unidos, varias especies del Golfo de México luchan por recuperarse.

Los delfines y tortugas marinas están registrando altas tasas de mortalidad y las pruebas de su relación con la catástrofe cada vez son más concluyentes, según afirma Doug Inkley, autor del estudio.

La plataforma petrolífera de Deepwater Horizon explotó el 20 de abril de 2010, acabando con la vida de once personas y derramando más de 750 millones de litros de petróleo en el Golfo de México. Desde entonces, varias agencias gubernamentales y organismos sin ánimo de lucro han estudiado la vida salvaje de la zona para evaluar el impacto del accidente.

«El petróleo no ha desaparecido: está presente en el fondo del Golfo, en las playas, en los pantanos», afirma Inkley. «No me sorprende, 25 años después del desastre del Exxon Valdez todavía hay especies que no se han recuperado».

Ver: «Restos de petróleo del accidente de Exxon Valdés en las playas de Alaska».

El informe analiza catorce especies que viven en la zona:

Más de 900 delfines nariz de botella han sido encontrados muertos desde abril de 2010. Los expertos saben que es una cifra más elevada que la de años anteriores porque llevan una década registrando las muertes en el Golfo.

Además, han descubierto que los delfines que nadan por zonas en las que hay petróleo tienen menos peso, están anémicos y muestran signos de enfermedades de hígado y pulmón.

Las cinco especies de tortugas marinas que habitan en la región están amenazadas. Desde 2011 se han encontrado aproximadamente 500 ejemplares muertos en el Golfo, un fuerte aumento en relación con las cifras normales. Sin embargo, se desconoce cuántas han muerto en el mar y no han sido recuperadas por los científicos.

Por otra parte, se ha descubierto que un compuesto del petróleo provoca ritmos cardíacos irregulares en los embriones de atún rojo y atún de aleta amarilla. Se trata de una fase crítica para el desarrollo de estos peces, por los que se teme que estos daños puedan provocar infartos y muertes en estos animales.

Los somorgujos, unas aves que hibernan en la costa de Luisiana, presentan concentraciones de compuestos tóxicos en su sangre cada vez más elevadas.

Cachalotes que nadan en la región presentan en el cuerpo altos niveles de metales que dañan el ADN, como cromo y níquel, metales que estaban presentes en la plataforma petrolífera.

Artículo relacionado: «El vertido de petróleo del Golfo ayuda a aclarar el misterio de la contaminación del aire».

Según Inkley, queda un gran camino por recorrer para analizar el verdadero impacto del vertido. La recuperación de los ecosistemas, en su opinión, es el objetivo principal, pero la eliminación del petróleo es muy difícil, especialmente en los pantanos y en el fondo del océano. Por ello, insiste en que la prevención es especialmente importante: hay que adoptar fuentes de energía alternativas que no provoquen este tipo de catástrofes.





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