Estos insectos son excelentes bioindicadores para estudiar el impacto sobre la biodiversidad de fenómenos como el calentamiento global o los cambios en los usos del suelo
Esta es una fotografía de una mariposa 'Coma', que se ha movido en tan
sólo 21 años hacia el norte a 135 millas en la Gran Bretaña AP / Jim Asher
Madrid.
(EFE).- Uno de los mejores métodos para estudiar los efectos del cambio
climático sobre los ecosistemas naturales no requiere costosas y
punteras tecnologías, sino tan sólo los ojos de un voluntarioso
observador, atento al vuelo de una mariposa.
Sus
cortos ciclos de vida, su gran sensibilidad ante cambios en el hábitat y
la temperatura, y la fascinación que despiertan en muchos naturalistas,
hacen de las mariposas excelentes bioindicadores para estudiar el
impacto sobre la biodiversidad del cambio global, que abarca fenómenos
como el calentamiento global y los cambios en los usos del suelo.
Cada
vez más países y regiones europeas -diecinueve hasta ahora- disponen de
sus planes de seguimiento de mariposas diurnas, con metodologías
comunes y estandarizadas, un trabajo que comenzó en el Reino Unido en
1976 y llegó a Catalunya, una de las regiones pioneras, en 1994.
"Yo
trabajaba en los Aiguamolls de l'Empordà (Girona), el biólogo del
parque conoció a la persona que montó la red en Reino Unido y me propuso
hacer la prueba piloto allí", recuerda en una entrevista con EFEverde
el coordinador científico del plan de seguimiento en Catalunya -CBMS por
sus siglas en inglés-, Constantí Stefanescu.
"Recogemos datos en
recorridos estandarizados en toda Catalunya, Andorra y Baleares, y así
conseguimos tener información sobre cómo evolucionan las comunidades de
mariposas en localidades concretas", explica Stefanescu.
La
metodología consiste en el estudio de tramos de un kilómetro, que el
voluntario debe recorrer una vez a la semana, de marzo a septiembre,
contando las mariposas que vea a su alrededor.
Desde 1994, más de
cien voluntarios del CBMS han recorrido 39.226 kilómetros y han contado
casi dos millones de mariposas de 200 especies; y, con el objetivo de
reproducir el éxito catalán, ya existen pruebas piloto en País Vasco,
Doñana y Sierra Nevada.
Esta "alucinante respuesta" de los colaboradores "sería impensable si estuvieses trabajando con escarabajos", dice el biólogo.
Además,
las mariposas son muy sedentarias y en muchos casos, sus orugas
dependen de una sola especie de planta para alimentarse, así que
"cualquier alteración del medio enseguida repercute sobre ellas",
explica Stefanescu.
Una alteración como el cambio de los usos del
suelo o el aumento de las temperaturas derivadas del cambio climático,
pues las mariposas son ectotermas, necesitan el sol para regular su
temperatura y se ven muy afectadas por los cambios térmicos.
De
momento, los planes de seguimiento han establecido dos indicadores para
conocer el estado de las poblaciones a nivel europeo, uno sobre el
declive de las mariposas de pastizales -un 50 % desde 1990- y otro sobre
los efectos del cambio climático.
Así se ha documentado que las
mariposas se están desplazando hacia el norte -75 kilómetros entre 1990 y
2009- pero no lo suficiente como para seguirle el ritmo al clima, ya
que la isoterma de temperaturas se ha desplazado lo equivalente a 249
kilómetros.
"Hemos detectado cambios en la distribución tanto en
latitud como en altitud, parece que las mariposas tiran hacia arriba",
afirma Stefanescu.
Malas noticias para las que viven en cotas
altas y no tienen más hábitat por encima al que desplazarse, como las
que habitan las cumbres de Sierra Nevada, donde desde 2008 se utilizan
como indicadores en el Observatorio de Cambio Global del Parque
Nacional.
"Las mariposas de los pisos superiores ni pueden
escalar hacia arriba ni tienen otras montañas de sus características
cerca", explica el conservador del Parque Nacional, Ignacio Henares.
Henares
apunta que, como pasa en Catalunya, "el cambio climático es uno de los
motores, acelera o multiplica los efectos, pero el cambio de usos del
suelo está teniendo mayor impacto".
Después de evaluar los
primeros resultados del seguimiento, Henares explica que la tendencia es
que las especies generalistas amplíen su área de distribución y pierdan
las de arriba, como las emblemáticas Apolo (Parnassius apollo) o la
Niña de Sierra Nevada (Polyommatus golgus).
Fuente: http://www.lavanguardia.com/
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