El godo (*) Brufau, presidente
de la multinacional Repsol, se pregunta “¿Qué le pasa a los canarios?”
Dice fingiendo cara compungida, como de asombrado, que “el mundo nos
mira atónitos” por negarnos, por no querer que su desprestigiada empresa
meta sus garras en los mares de las islas, para profanar un territorio,
un océano sagrado, repleto de vida, de cetáceos, de seres maravillosos y
en muchos casos desconocidos.
Un destrozo, una catástrofe anunciada, a
cambio de unos podridos barriles de petróleo, que ni siquiera
repercutirán en el bienestar de las cientos de miles de familias isleñas
que viven por debajo del umbral de la pobreza.
Este “buen español”, amigo de sus
amigos, “hombre de bien”, según los esperpénticos cánones del Partido
del Sobre, patriota y multimillonario, no entiende que la mayoría de la
gente de estas islas queramos proteger la biodiversidad marina.
Un elemento bien trajeado, perfumado,
con sus coches oficiales, secretarias lustrosas, chales de lujo, algunos
vicios caros, solo piensa en cifras, en millones, en presuntas
donaciones para los que ponen las manos a cambio de prebendas.
Oscuro personajillo que justifica el
destrozo de selvas vírgenes en Latinoamérica, la persecución de
indígenas y su reclusión en reservas, cuando destruyen, talan, envenenan
ríos y contaminan el patrimonio natural de sus antepasados.
De eso saben mucho en Repsol y por lo mismo son odiados, repudiados, rechazados en gran parte del continente hermano.
Ahora vienen a Canarias de la mano del
siniestro ministro Soria, llegan a nuestra tierra como buenos godos a
disponer, a ordenarnos lo que debemos hacer, arrodillarnos y decir “si
mi amo”, mientras ellos se lucran con nuestro patrimonio natural,
condenándonos a un inminente holocausto ambiental cuando se produzca el
primer escape de crudo, que arruinará nuestras playas, el turismo, el
riquísimo y preciado ecosistema marino de esta sufrida parte de la
Macaronesia.
El pueblo canario hemos aprendido mucho
en tantos años de explotación, de que nos condenen a la desnutrición, a
los abusos de poder, al caciquismo, a la emigración, ofreciéndonos
siempre el oro, la panacea en forma de puestos de trabajo, de unos
parabienes que nunca llegan a los/as de abajo, de riquezas que solo son
patrimonio exclusivo de la mafia, de la putrefacta oligarquía fiel
servidora del poder más corrupto, culpable directa de nuestra miseria,
de los 25 suicidios mensuales por razones económicas, de que uno/a de
cada tres niños/as sufra desnutrición y miseria extrema.
Conocemos muy bien a tipos como el godo
Brufau, el prototipo de señorito, de conquistador, el mismo perfil de
aquellos colonizadores que vinieron con la espada y con la cruz a
masacrar y esclavizar al pueblo guanche, el calco de los somatenes
franquistas, de los miembros de las “Brigadas del Amanecer” que
desaparecieron a más de 3.000 luchadores/as antifascistas desde el
36, de los desvergonzados empresarios turísticos que se han cargado
nuestras playas, construyendo hoteles, apartamentos y otros nichos de
miseria y podredumbre en medio de espacios naturales, de los señoritos
que exigían derecho de pernada sobre nuestras mujeres, de los que se
quedaron con todo, hasta con nuestra dignidad, de los que nos abocaron a
la absoluta miseria, obligándonos a alimentarnos de pencas de tunera y
raíces, los que asesinaron de hambre a nuestros/as hijos/as, los que
condenaron al abismo de la drogadicción en los años 70-80 a miles de
jóvenes de este archipiélago, con la estrategia del estado español de
alienar, de evitar comportamientos revolucionarios que alteraran el
“orden” establecido de la colonia.
Por eso el godo Brufau nos produce
verdadero asco, repulsión, rabia, coraje y sobre todo tristeza, pena, de
que puedan existir seres humanos con tanta maldad, con tanta codicia,
dispuestos a destruir nuestro futuro para llenar sus cuentas corrientes
de dinero manchado de contaminación y muerte, para engordarle los
bolsillos a sus testaferros de la casta política, fieles servidores de
todo lo que huela a dinero, poder y caciquismo.
(*) Godo: (a veces acompañado
“de mierda”) para diferenciarlo del “peninsular” y designar a aquel
recién llegado a Canarias que después o durante la guerra civil lo hacía
por primera vez, presumiendo de cortijos y nobleza, de superioridad
sobre el pueblo isleño, al que ridiculizaba y consideraba inculto e
ignorante.
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/11/18/brufau-en-canarias-te-conocemos-sabemos-que-repsol-solo-busca-dinero-a-cambio-de-destruccion/
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